Cuatro décadas después de su muerte en París a los 27 años, el magnetismo del misterio sigue arropando la figura de Jim Morrison, el poeta que lideró The Doors, y que trascendió a la escena musical para convertirse en un prominente icono de la generación maldita del rock and roll. El rastro de los últimos pasos de Morrison (fallecido a la misma edad que Jimi Hendrix, Janis Joplin, Brian Jones o Kurt Cobain) ha dejado París surtido de lugares vinculados a El rey lagarto, y venerados por sus incondicionales cada 3 de julio.
La tumba de Morrison está próxima a las de Oscar Wilde, Maria Callas o Frédéric ChopicEl próximo domingo, en la parisina sala Bataclan, el teclista y el guitarrista de la banda ofrecerán un concierto homenaje al difunto bajo el nombre de «Ray Manzarek & Robby Krieger of The Doors» en el que no participará John Densmore, batería del grupo original. Pero existen otros enclaves en la Ciudad de la Luz que velan por el recuerdo del chico tímido y excéntrico que llevó a las radios de todo el mundo el rock psicodélico de temas como The End, Break On Through o Touch Me.
«He sentido tristeza y respeto al ver la tumba», reveló Sandy Babtist, londinense afincada en Melbourne que volverá a casa con una pequeño busto del artista guardado en su maleta.
Sam Bernet, autor de varios libros sobre The Doors, y propietario de la extinta sala Rock’n Roll Circus, sostiene que Morrison falleció en su bar y que él mismo fue uno de los que le trasladaron desde la discoteca hasta su casa. «Yo estaba entre las tres personas que le encontraron muerto en los lavabos de la discoteca«, dice Bernet, que asegura que un ciente y médico «constató el deceso por sobredosis» de heroína.
El Rey Lagarto, aficionado a consumir drogas psicotrópicas como la marihuana, el LSD o el peyote para adentrarse en experiencias chamánicas, había llegado a París convertido en un obeso, alcohólico y desaliñado, para centrarse en su poesía. Corría marzo de 1971. Era un Morrison ajeno al joven sensual y provocador que poco antes hechizaba en los escenarios con sus pantalones ajustados de cuero y sus improvisaciones poéticas.
Se retiró a París para centrarse en su faceta poética, tras eludir la cárcel «Sin The Doors, Jim solo habría sido un borracho y un adicto como todos nosotros«, bromea Caataa Reed, que ha volado desde Australia para conmemorar en París su aniversario.
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