Beck es uno de esos músicos que siempre crees que tienen veinte años. Si su compañero Kurt Cobain no se hubiera quitado la vida muy probablemente se hubiera quedado en ese estado de petrificación en el que está Beck. El músico estadounidense, tímido, reservado y nefasto para cualquier tipo de declaración publica “Morning Phase”, que ya salió en streaming a principios de año. Escuchando su álbum encontramos que está más cercano al mundo que interpretó en la banda sonora de “Eternal Sunshine of the Spotless Mind”, en la canción “Everybody’s Gotta Learn Sometime” del grupo The Korgis, que el primer Beck cuyo hit “Loser” resuena en las mentes de muchos fieles de músico.
Sin duda ese carácter íntimo y melancólico es lo que lo hace crear adictos y detractores al mismo tiempo, parece haber desestimado la parte más rockera y alternativa para centrarse en un estilo más country, al que la voz de Beck dota de algún matiz de aquel grunge que ya casi no existe.
Seis años es mucho tiempo sin editar un disco, sin embargo aplaca dudas sobre su trabajo con dosis de autoestima. Repite que ya no le asusta repetirse. Beck ya no es un niño tiene 43 años, y vive en Los Ángeles como un padre de familia, y por mucho que nos pese quizás la vida ha ido aplacando la melancólica rabia del incomprendido, en la canción “Loser” para dejar paso a una melancolía del adaptado.