Los litigios que vayan a avecinarse sobre los bienes musicales del cantante Michael Jackson, son inagotables. Ante semejante fortuna es imposible que muchos incluidos los familiares no se froten las manos: lo que uno consiguió con esfuerzo y mucho trabajo otros se lo van a comer en dos décadas.
Ahora el ojo del huracán está situado en una sesión de fotos que Jackson hizo en 2007, para la cámara del fotógrafa Bruce Weber, mientras celebraba el 25 aniversario de su disco Thriller. El director Craig Williams, quiere utilizar esos pocos minutos de metraje de grabaciones del making off para hacer un documental que llevaría por título: Michael: The last photo shoot. Y como reclamo me parece que la cinta manejaría muchos ceros, pero la familia se ha puesto de uñas y ha demandado a todo el mundo envuelto en esta cinta. Dicen que Michael no dió permiso para hacer eso (obviamiente no tuvo tiempo porque murió en el 2009) comercializar con esas imágenes.
El productor de este documental en pleno proceso judicial, Noval Williams, alude que la familia pudo adquirir la cinta en 2011 y que no lo hizo, y él las compró de modo legítimo. ¿Propiedad privada, contra propiedad intelectual?
Estamos en una lucha perpetua sobre los bienes de Jackson, otro músico que a pesar de su trágica muerte sigue facturando, engrosando las arcas de sus descendientes, casas de discos, y productoras.